AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una mañana entre flores - privado
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Una mañana entre flores - privado
por Anna Brullova Miér Oct 18, 2023 7:37 pm
Hacía semanas que comprara un lote de plantas exóticas, y las esperaba con ansias, puesto que sería la primera colaboración con su primo, la única familia que poseía en la ciudad, por lo que Anna deseaba lograr formar una relación fraternal y duradera con Ilja. Cuando el paquete conteniendo las semillas de amapolas llegó a su vivero, no dudó en tomarlo entre sus manos, guardarlo en un bolso de cuero y prepararse para salir en busca de Ilja.
Tomó un coche de alquiler y se dirigió al puerto, pero de camino a la florería, pensó que sería buena idea comprar unas masas en una pastelería cercana al comercio, por lo que bajó varias calles antes de llegar a su destino. Entró segura a la pastelería, cargando el bolso en un brazo y buscando su monedero, mientras observaba las tartas y pasteles en los aparadores. Tras elegir una docena de pasteles individuales, que le fueron entregados en una caja la que tuvo que llevar con cuidado, pues podía tirar todo al piso, si no veía bien, quien o que, se acercaba a donde ella estaba. Aunque en la tienda, le ofrecieron a un cadete para que se ocupara de llevarlo, no quiso molestar, además que tampoco había informado de su visita a su primo, lo que ya se sorprendería con su llegada, y si aparecía con un completo extraño, podía incomodarlo aún mas.
A pesar de ser una hora bastante temprana por la mañana, ya que las entregas de paquetería, solían ser, apenas abrir los comercios, la joven rusa no quería seguir esperando y se lanzó a la calle, sin pensarlo mucho. Las calles del puerto estaban aún bastante vacías, pero por cada minuto que iba pasando, la acera se volvía mas transitada y por consiguiente, mas difícil de hacer el recorrido, sin perder alguna de sus valiosas cargas, o los pasteles o las semillas. La última calle fue la más problemática, ya que los carros con exceso de carga y velocidad, no se hacían un lado, ni tenían piedad de la joven que intentaba llegar a la otra vereda, sin perder su preciada carga.
Cuando estuvo frente a la fachada de la florería Matrioshka, sonrió agradecida a los dioses de haber llegado a destino. Apenas poner un pie en el interior, un joven le preguntó en que podía ayudarla, por lo que ella respondió, - Estoy buscando al señor Seijic... Ilja, es mi primo... si puede decirle que le he traído aquellas semillas que tanto esperábamos - sonrió, mientras entregaba los pasteles, - por cierto, esto es para que podamos tomar algo caliente, si puede encargarse, se lo agradecería -, sonrió y esperó en silencio a que el dependiente fuera a buscar a si primo y así poder pasar un buen rato en excelente compañía.
Tomó un coche de alquiler y se dirigió al puerto, pero de camino a la florería, pensó que sería buena idea comprar unas masas en una pastelería cercana al comercio, por lo que bajó varias calles antes de llegar a su destino. Entró segura a la pastelería, cargando el bolso en un brazo y buscando su monedero, mientras observaba las tartas y pasteles en los aparadores. Tras elegir una docena de pasteles individuales, que le fueron entregados en una caja la que tuvo que llevar con cuidado, pues podía tirar todo al piso, si no veía bien, quien o que, se acercaba a donde ella estaba. Aunque en la tienda, le ofrecieron a un cadete para que se ocupara de llevarlo, no quiso molestar, además que tampoco había informado de su visita a su primo, lo que ya se sorprendería con su llegada, y si aparecía con un completo extraño, podía incomodarlo aún mas.
A pesar de ser una hora bastante temprana por la mañana, ya que las entregas de paquetería, solían ser, apenas abrir los comercios, la joven rusa no quería seguir esperando y se lanzó a la calle, sin pensarlo mucho. Las calles del puerto estaban aún bastante vacías, pero por cada minuto que iba pasando, la acera se volvía mas transitada y por consiguiente, mas difícil de hacer el recorrido, sin perder alguna de sus valiosas cargas, o los pasteles o las semillas. La última calle fue la más problemática, ya que los carros con exceso de carga y velocidad, no se hacían un lado, ni tenían piedad de la joven que intentaba llegar a la otra vereda, sin perder su preciada carga.
Cuando estuvo frente a la fachada de la florería Matrioshka, sonrió agradecida a los dioses de haber llegado a destino. Apenas poner un pie en el interior, un joven le preguntó en que podía ayudarla, por lo que ella respondió, - Estoy buscando al señor Seijic... Ilja, es mi primo... si puede decirle que le he traído aquellas semillas que tanto esperábamos - sonrió, mientras entregaba los pasteles, - por cierto, esto es para que podamos tomar algo caliente, si puede encargarse, se lo agradecería -, sonrió y esperó en silencio a que el dependiente fuera a buscar a si primo y así poder pasar un buen rato en excelente compañía.
Anna Brullova- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/01/2014
Edad : 24
Re: Una mañana entre flores - privado
por Maverick Moltisanti Jue Oct 19, 2023 6:51 pm
«UNA MAÑANA ENTRE FLORES»
MAVERICK & ANNA
Entre desvergonzados bostezos y una que otra maldición en italiano, Mave se enfrascaba en abrir las cajas de madera con una palanca metálica, sacar los productos y acomodarlos en los escaparates de la tienda. Todo sólo con la zurda, mientras la diestra reposaba entablillada y sujeta de un cabestrillo a su pecho. Si no hubiese sido por las habilidades sobrenaturales de Ilja, seguramente un cirujano le habría amputado la mano al encontrarse con tal cantidad de huesos rotos.
Mave estaba allí aquella mañana, trabajando desde la madrugada, impulsado por el infinito agradecimiento y admiración que sentía hacia el ex noble ruso. No sólo le había dado un trabajo emocionante, sino también un hogar. Se movía con energía y propiedad por el interior de la Florería Matryoshka, aunque el sueño se lo comiese vivo. Mientras Ilja prefería trabajar en su oficina en la trastienda y evitar a los clientes, Mave poseía el carisma necesario para ser un buen vendedor aunque no entendiese mucho del producto que vendía.
Así que, cuando la campanilla en la entrada sonó anunciando al primer cliente, se apresuró en sacudir la mano buena en sus sucios pantalones y recibir a la dama con una amable sonrisa y los pocos modales que aprendió en la escuela. Se detuvo en seco al reconocer a la prima de Ilja. Anna, creía recordar que se llamaba.
—Buenos días, Mademoiselle, bienvenida a Florería Matryoshka, hogar de las más bellas flores de la capital —se apresuró en decir el breve discurso de bienvenida establecido por Ilja.
El italiano recibió sorprendido los paquetes que la joven traía encima y los acomodó sobre el mostrador, un tanto incómodo. No la conocía, pero de boca de su jefe había oído muchas quejas y comentarios al respecto. En cierta forma, Mave se había convertido en la mano derecha, amigo y confidente del brujo ruso, lo cual le hacía sentir orgulloso de sí mismo.
—Soy Mave, trabajo aquí en la tienda. Su primo se encuentra ocupado ahora mismo, pero si gusta puede tomar asiento mientras voy por él —ofreció con amabilidad, haciéndole una seña para que tomara asiento frente al mostrador. Cogió los paquetes y un penetrante y delicioso aroma escapó del envoltorio, generando un impredecible gruñido de su estómago. Había desayunado ligero y ahora al pensar en bocadillos, se le hizo agua la boca—. Aguarde aquí un momento, le avisaré a Ilja que trajo las semillas e iré a calentar agua para el té —indicó entusiasmado y se apartó hacia la trastienda de la Florería con una sonrisa de oreja a oreja.
Mave estaba allí aquella mañana, trabajando desde la madrugada, impulsado por el infinito agradecimiento y admiración que sentía hacia el ex noble ruso. No sólo le había dado un trabajo emocionante, sino también un hogar. Se movía con energía y propiedad por el interior de la Florería Matryoshka, aunque el sueño se lo comiese vivo. Mientras Ilja prefería trabajar en su oficina en la trastienda y evitar a los clientes, Mave poseía el carisma necesario para ser un buen vendedor aunque no entendiese mucho del producto que vendía.
Así que, cuando la campanilla en la entrada sonó anunciando al primer cliente, se apresuró en sacudir la mano buena en sus sucios pantalones y recibir a la dama con una amable sonrisa y los pocos modales que aprendió en la escuela. Se detuvo en seco al reconocer a la prima de Ilja. Anna, creía recordar que se llamaba.
—Buenos días, Mademoiselle, bienvenida a Florería Matryoshka, hogar de las más bellas flores de la capital —se apresuró en decir el breve discurso de bienvenida establecido por Ilja.
El italiano recibió sorprendido los paquetes que la joven traía encima y los acomodó sobre el mostrador, un tanto incómodo. No la conocía, pero de boca de su jefe había oído muchas quejas y comentarios al respecto. En cierta forma, Mave se había convertido en la mano derecha, amigo y confidente del brujo ruso, lo cual le hacía sentir orgulloso de sí mismo.
—Soy Mave, trabajo aquí en la tienda. Su primo se encuentra ocupado ahora mismo, pero si gusta puede tomar asiento mientras voy por él —ofreció con amabilidad, haciéndole una seña para que tomara asiento frente al mostrador. Cogió los paquetes y un penetrante y delicioso aroma escapó del envoltorio, generando un impredecible gruñido de su estómago. Había desayunado ligero y ahora al pensar en bocadillos, se le hizo agua la boca—. Aguarde aquí un momento, le avisaré a Ilja que trajo las semillas e iré a calentar agua para el té —indicó entusiasmado y se apartó hacia la trastienda de la Florería con una sonrisa de oreja a oreja.
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Maverick Moltisanti- Humano Clase Baja
- Mensajes : 38
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Re: Una mañana entre flores - privado
por Ilja Seijic Lun Ene 08, 2024 6:49 am
«UNA MAÑANA ENTRE FLORES»
ILJA & ANNA
Como cada lunes por la mañana, el interior de la Florería Matryoshka rebosaba de cestas de flores dispersas estratégicamente para dejar paso entre la puerta de entrada y el mostrador con la caja registradora. La noche anterior un cargamento había llegado directo al puerto por el Río Sena, una decena de cajas de madera con las flores importadas más baratas que había podido encontrar. Lo verdaderamente importante no estaba dentro de las cajas, sino en los enormes contenedores de acero y metal que las contenían y en donde se podían transportar de cinco a ocho esclavas sin que las autoridades se percataran de su presencia. Con la tapadera perfecta y aquella privilegiada ubicación a escasos metros del muelle, transportarlas era bastante fácil.
Habiendo pasado gran parte de la madrugada revisando y acomodando las mercancías recibidas, sólo Maverick y él —lamentablemente, los únicos que habían sobrevivido al último año—, el alba los pilló por sorpresa y tras un breve y escueto desayuno, Ilja ordenó abrir las puertas del negocio y ordenar. Para entonces las mujeres ya estaban descansando en sus celdas, bien ocultas en el subsuelo del sótano de la tienda.
Sentado en su oficina en la trastienda de la florería, se hallaba revisando los documentos y facturas del último cargamento cuando la campanilla anunció la llegada de un nuevo cliente, el primero de la mañana.
—Bienvenida a Matryoshka, hogar de las más finas flores de la capital —escuchó la voz de Mave y continuó en sus asuntos, seguro de que el joven italiano podría encargarse esta vez. Se sorprendió al reconocer la voz de su prima, por lo que rápidamente ordenó los documentos y los guardó en la caja fuerte de su escritorio—. ¿Ilja? Te busca tu prima, mira, trajo bocadillos.
El ruso rodó los ojos y salió a recibir a su prima, fingiendo una sonrisa cálida y agradecida.
—Anna, querida, eres como el sol que ilumina mis mañanas —abrazó a la menuda doncella e hizo un gesto de falsa admiración por el veraniego atuendo que traía—. Luces encantadora hoy. ¿Qué te trae por aquí tan temprano? Disculpa el desorden, ven, vamos a un lugar más ameno.
Con un gesto invitó a Anna a la trastienda y la guió derecho por el pasillo que llevaba hacia el invernadero montado en el patio interior del edificio. Con el cielo cubierto por una tela para que el sol no penetrara en el jardín con tanta fuerza, el pequeño oasis en medio del puerto ofrecía un ambiente grato con flores provenientes de todas partes del mundo, criadas con esmero y cuidado por Ilja para reproducirlas y sacarles el máximo provecho. En medio del colorido invernadero había una pequeña y elegante mesa de hierro de estilo barroco y dos sillas a juego; allí el ruso solía cerrar sus negocios con las clientas más exclusivas de la florería.
—Adelante querida, ponte cómoda. ¿Deseas una taza de té? Mave, no te quedes ahí holgazaneando y trae los bocadillos —exclamó antes de escuchar al italiano subir las escaleras que llevaban a la cocina, juntando la puerta del invernadero para mayor intimidad.
Habiendo pasado gran parte de la madrugada revisando y acomodando las mercancías recibidas, sólo Maverick y él —lamentablemente, los únicos que habían sobrevivido al último año—, el alba los pilló por sorpresa y tras un breve y escueto desayuno, Ilja ordenó abrir las puertas del negocio y ordenar. Para entonces las mujeres ya estaban descansando en sus celdas, bien ocultas en el subsuelo del sótano de la tienda.
Sentado en su oficina en la trastienda de la florería, se hallaba revisando los documentos y facturas del último cargamento cuando la campanilla anunció la llegada de un nuevo cliente, el primero de la mañana.
—Bienvenida a Matryoshka, hogar de las más finas flores de la capital —escuchó la voz de Mave y continuó en sus asuntos, seguro de que el joven italiano podría encargarse esta vez. Se sorprendió al reconocer la voz de su prima, por lo que rápidamente ordenó los documentos y los guardó en la caja fuerte de su escritorio—. ¿Ilja? Te busca tu prima, mira, trajo bocadillos.
El ruso rodó los ojos y salió a recibir a su prima, fingiendo una sonrisa cálida y agradecida.
—Anna, querida, eres como el sol que ilumina mis mañanas —abrazó a la menuda doncella e hizo un gesto de falsa admiración por el veraniego atuendo que traía—. Luces encantadora hoy. ¿Qué te trae por aquí tan temprano? Disculpa el desorden, ven, vamos a un lugar más ameno.
Con un gesto invitó a Anna a la trastienda y la guió derecho por el pasillo que llevaba hacia el invernadero montado en el patio interior del edificio. Con el cielo cubierto por una tela para que el sol no penetrara en el jardín con tanta fuerza, el pequeño oasis en medio del puerto ofrecía un ambiente grato con flores provenientes de todas partes del mundo, criadas con esmero y cuidado por Ilja para reproducirlas y sacarles el máximo provecho. En medio del colorido invernadero había una pequeña y elegante mesa de hierro de estilo barroco y dos sillas a juego; allí el ruso solía cerrar sus negocios con las clientas más exclusivas de la florería.
—Adelante querida, ponte cómoda. ¿Deseas una taza de té? Mave, no te quedes ahí holgazaneando y trae los bocadillos —exclamó antes de escuchar al italiano subir las escaleras que llevaban a la cocina, juntando la puerta del invernadero para mayor intimidad.
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Re: Una mañana entre flores - privado
por Anna Brullova Vie Abr 12, 2024 5:53 pm
El estar nuevamente en un lugar repleto de flores y de distintos aromas, le hizo recordar sus tiempos frente al San Petersburgo. ¿Cuánto tiempo había pasado desde ese inexplicable incendio y de la desaparición de Abel? Se preguntó, mientras su mirada recorría los preciosos ramos armados y expuestos para ser vendidos, a los transeúntes que pasarán por aquella calle.- Demasiado tiempo - se había contestado en silencio, su ceño se había fruncido, en un gesto de fastifio y frustración. Tal vez pocos sabían, pero lenta y de manera silente, su carácter otrora dulce e ingenuo iba cambiando, suceso que hasta a su propio y único familiar ocultaba. Tantas noches en la más profunda soledad, desgarrada en lágrimas y sufrimiento, algo en su corazón se rompió, - Nadie está a tu lado por mucho tiempo, todos mienten, todos prometen, pero luego, vuelves a estar sola y destruida... basta de sentirnos víctimas- volvió a reafirmar su propósito en su mente, apretó la mandíbula, trago sus emociones y cubrió cualquier posible atisbo de debilidad, con su rostro sonriente y gentil. En el instante exacto cuando su primo aparecía desde la trastienda.
El abrazo de Ilja, la conmovió, pues aunque deseaba volverse una persona fría, aún la dulce Anna, luchaba por mantener su pureza e ingenuidad. - Querido primo, me tienes abandonada- Se dejó llevar y jurándose, que solo por esa vez, dejaría que sus sentimientos la inundaban, se aferró al ruso, suspirando, inspiró el perfume de su primo, - tienes un perfume muy particular, no logro identificar cual es, creo que lo he percibido en otro lugar, otro tiempo- dijo a media voz, algo confundida, pues no sabía si el recuerdo provocado era agradable o por el contrario, intiminante. Negó con un movimiento de cabeza, hizo un esfuerzo por volver a mantener la sonrisa en su rostro y siguió los pasos de quien la conducía.
El abrazo de Ilja, la conmovió, pues aunque deseaba volverse una persona fría, aún la dulce Anna, luchaba por mantener su pureza e ingenuidad. - Querido primo, me tienes abandonada- Se dejó llevar y jurándose, que solo por esa vez, dejaría que sus sentimientos la inundaban, se aferró al ruso, suspirando, inspiró el perfume de su primo, - tienes un perfume muy particular, no logro identificar cual es, creo que lo he percibido en otro lugar, otro tiempo- dijo a media voz, algo confundida, pues no sabía si el recuerdo provocado era agradable o por el contrario, intiminante. Negó con un movimiento de cabeza, hizo un esfuerzo por volver a mantener la sonrisa en su rostro y siguió los pasos de quien la conducía.
Anna Brullova- Hechicero Clase Alta
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Re: Una mañana entre flores - privado
por Ilja Seijic Sáb Abr 13, 2024 8:16 pm
«UNA MAÑANA ENTRE FLORES»
ILJA & ANNA
A Ilja nunca le había agradado mucho su prima Anna ni el resto de su familia materna. Ya fuese por la forma desesperada en que la doncella se aferraba a su cuerpo cada que la abrazaba o por la constante búsqueda de aprobación que evidenciaba una crianza basada en la dependencia y la compañía, infancia abismalmente distinta a la vivida por el hechicero ruso, carente de cualquier gesto ligeramente amoroso o fraternal.
Por el contrario a la emotividad expresada por Anna, Ilja había aprendido a prescindir de ciertas emociones con tal de alcanzar sus metas y objetivos, utilizando sin piedad ni culpa al resto como si peones de un juego de ajedrez se tratara.
Lamentablemente para Anna, ella no sería la excepción. En cuanto Ilja supo del incendio del invernadero, convenientemente apareció en la puerta de su prima con el consuelo y la salvación entre sus brazos. Ahora que el tiempo había pasado, como un pulpo el ruso disponía de los contactos, clientes e insumos que había "rescatado" del negocio en ruina de su prima.
—Sabes que soy una persona muy ocupada, querida mía, pero cada día lejos de tu deslumbrante alegría es una mancha gris en mi mañana —su lengua viperina sabía bien cómo engatusar a una dama.
Tomó asiento después de ella.
—Luces como si algo perturbase tu mente. ¿Has estado durmiendo bien? ¿Necesitas que te prepare más laudano? —comentó, sin pasar por alto ciertos detalles en el gesto y rostro de la doncella. Aquel exceso de melancolía que la mujer guardaba no terminaría en nada bueno e Ilja podía presentirlo.
Estiró una de sus manos y apretó suavemente las muñecas de su prima, en un falso gesto de contención, y sonrió.
—Sabes que estoy aquí para ti.
Por el contrario a la emotividad expresada por Anna, Ilja había aprendido a prescindir de ciertas emociones con tal de alcanzar sus metas y objetivos, utilizando sin piedad ni culpa al resto como si peones de un juego de ajedrez se tratara.
Lamentablemente para Anna, ella no sería la excepción. En cuanto Ilja supo del incendio del invernadero, convenientemente apareció en la puerta de su prima con el consuelo y la salvación entre sus brazos. Ahora que el tiempo había pasado, como un pulpo el ruso disponía de los contactos, clientes e insumos que había "rescatado" del negocio en ruina de su prima.
—Sabes que soy una persona muy ocupada, querida mía, pero cada día lejos de tu deslumbrante alegría es una mancha gris en mi mañana —su lengua viperina sabía bien cómo engatusar a una dama.
Tomó asiento después de ella.
—Luces como si algo perturbase tu mente. ¿Has estado durmiendo bien? ¿Necesitas que te prepare más laudano? —comentó, sin pasar por alto ciertos detalles en el gesto y rostro de la doncella. Aquel exceso de melancolía que la mujer guardaba no terminaría en nada bueno e Ilja podía presentirlo.
Estiró una de sus manos y apretó suavemente las muñecas de su prima, en un falso gesto de contención, y sonrió.
—Sabes que estoy aquí para ti.
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