Cuantos como yo para terminar la noche [Privado]

por **Carina Von Lunirae** Lun Nov 14, 2016 4:57 pm

No encontraba la solución al problema que tenía entre mis manos. Estaba paralizada. No me gustaba lo que acabo de hacer. No, parecía que no estaba correcto, no pensé que….matar…a…..un pobre animal de campo fuera tan agonizante. En serio, si por robar un trozo de pan porque me estoy muriendo de hambre me tienen que castigar con esta mierda de castigo, la próxima vez sigo con mis chantajes, con mis movidas de siempre y dejo de perder el tiempo.

Sin embargo, el tiempo no es que estuviera siendo demasiado bueno, ni del tiempo ni siquiera el momento oportuno. No sé cómo ha pasado, pero solamente unos diez del campamento esta ileso, no está enfermo de algo contagioso que ha invadido parte de la ciudad y que están al parecer controlándolo, en cambio, el resto del campamento están con fiebres altas, fríos y demás extraños síntomas. No damos abasto, ni siquiera los curanderos del campamento, que se están quedando escasos de ingredientes.

Si esto seguía en este ritmo, terminaríamos todos muertos, no estaba de acuerdo, no quería morir, no, ni hablar, no quiero para nada morir, ¡soy demasiado joven! – Tengo que calmarme – Me dije a mi misma, yendo hacia mi tienda para poder resguardarme del frio y de los virus que estuvieran circulando por el aire. Ahora quería estar en un sitio calentito, con un montón de mantas sobre mi cuerpo, ocultándome del frio.

-¡CARINA! –Alguien grito mi nombre, refunfuñe de mala gana y con pesadez me levante lentamente, a mala gana, me aliste con algo más abrigado y salí al exterior para darme cuenta de que una de las curanderas había muerto de repente. No quería acercarme, pero al ser como la mano derecha de nuestro Mayor, pues tenía…como que hacerme cargo de la situación – Creemos que ha caído.

Suspiré.

Bueno, si había estirado la pata, pues… ¿Qué remedio, no? Mis manos envueltas con unos trapos encontrados en el suelo, cogí el rostro de la curandera, joven, hermosa, ojos azules y cabello oscuro. Me la había tirado un varias veces, podría decirse que estaba enamorada de mí y le hice un favor, pero al cogerle del brazo note algo viscoso, me mire la mano y había un rastro carmesí. Rápidamente le di la vuelta y tenía una daga en la espalda.

¡Jobares! Esto se pasa de castaño oscuro. Alguien amenazando al campamento.

¿Dónde estaba el Mayor cuando se le necesita?